Juegos de Mesa (II): MAD

Si de algo puedo estar seguro en la vida es que no he salido friki por casualidad. Es fácil dejarse llevar cuando uno es niño, y sobretodo cuando los padres tienen un método de elección de los regalos de navidad completamente aleatorio (basado normalmente en la caja y cuatro recomendaciones del tendero). Eso provoca que unas navidades, mi hermano y yo nos encontraramos con dos juegos practicamente iguales: El Bancarrota (del que hablaré cualquier día de estos) y el juego de MAD (que ha quedado en mi memoria como el juego de mesa más friki que he tenido).



El juego de MAD se basa en el mismo pincipio que el Bancarrota: Te dan un fajo de billetes y tienes que gastarlo antes que tu oponente (A que es educativo? Mis padres sabían bien lo que hacían!...). La mecanica del juego hace que al niño o no tan niño) le sea dificil gastar el dinero, y más fácil llenarse los bolsillos con los billetes del personaje pecoso ese que siempre me ha caido como el culo (soy el unico al que le pasa lo mismo?). Las casillas y las normas del juego, para no quedarse atrás son de lo más absurdas que he visto.



A mitad de partida puede que estés ganando y tengas que cambiar de posición con el jugador que tenga los codos apoyados en la mesa (??!) o con el de tu izquierda. Puedes caer en una casilla que te ordenará hacer algo si te llamas "Alfred E. Neuman" (supongo que será el nombre del -imbecil ese- personaje de MAD). Las cartas te ordenaban hacer las cosas más extrañas que se pueden imaginar, pero siempre dirigidas hacia un niño (no me veo ahora mismo haciendo la voltereta,...).



También tenía su gracia la existencia del billete de un millon trescientos veintinueve mil sesenta y tres dolares, que lógicamente, quien lo tuviera, era imposible que ganara, así que se dedicaba a hacer la pascua a los demás, y a cruzar los dedos mientras apoyaba sus codos en la mesa.



Lo recuerdo como un juego divertido, con el que aprendí a distinguir los distintos personajes de la revista MAD (que información más útil en la vida!) y de paso, a recordar cómo mi hermano y yo nos despertabamos a mitad de la noche para jugar una partida y luego dejarlo todo en el Salón para que pareciera que no había pasado nada hasta la navidad...